Un otoño sin despedidas...

No hace demasiado frío, aún no me he quitado las sandalias pero si he sacado las botas. Abrigos, jerseys, botas y camisas de manga larga han recorrido y recorren mi habitación. Estoy haciendo mi maleta con tristeza y con alegría. 

La tristeza de dejar a los que dejas. 
La alegría de conocer lo que no conoces. 


La maleta no es un lugar donde guardar sólo ropa. En ella se puedne guardar el pasado, cubiertos para comer, bolsas de ilusión, fotos de amigos y noches sin dormir. ¡De todo se puede guardar! Nos limita el espacio, el peso y las ganas de complicarnos la vida al llegar a destino con más peso del que pesamos. Ya lo decía mi madre: "Cuanto más grande es el bolso, más tonterías se mete". Pero yo nunca he considerado que sean tonterías... la cartera, el móvil y las llaves no me hacen sentir afortunada. Son esas otras cosas o tonterías las que me hacen ser más yo: la caja de caramelos, mi cámara de fotos, un abanico de lunares, papeles, chucherías...

En mi maleta no llevo tonterías. Llevo recuerdos, llevo amigos, llevo mi ambiente y llevo a mi familia. En mi maleta os llevo a todos, por eso no os he dicho adiós porque sé que os voy a ver todos los días. 

No quiero caras tristes, ni medias sonrisas. 

                                   Foto: Fiesta italiana en Villafranca de los Caballeros  (10.XI.2011)


Never say goodbye, because saying goodbye means going away and going away means forgetting.

Patri


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