De tienda en puerta.



He tenido un poco abandonado esto de actualizar pero aún no he aplicado mi famosa ley de los 21 días a mi vicio del escribir. Diciembre ha sido un mes de mucho movimiento, he visitado muchos lugares y he descubierto que los 24 años no me impiden hacer lo que hacía con 16.


Esta vez, quiero hablar de puertas. Pero no de las puertas que se abren y cierran, hablaré de esos chungos “puertas” de discoteca. Éstos que protegen los clubs, pubs, discotecas, bares españoles…



Y con esto me viene a la memoria, el miedo que tenía a estos puertas españoles cuando tenía 16 años y me pintaba y me vestía para aparentar los 18 o, incluso los 20. Mis amigas siempre decían: “hay que entrar con decisión”, pero es verdad que luego todas caíamos y ni decisión, ni leches… cuando se nos acercaba la puerta de entrada empezábamos a tambalearnos, a sudar fríamente y a rezar. Evidentemente, nunca entramos con esa táctica… tuvimos que recurrir a otras técnicas como hacernos amigas de los chungo-puertas.


Pues en Milán, hay otro tipo de puertas: los “puertas de tiendas”. Un fenómeno que he venido analizando durante las últimas semanas y he ido comentando filosóficamente a quien me parecía. Y es que aquí en cada tienda hay un puerta que te vigila y que te da la bienvenida.


Diréis… jobar… es la ciudad de la moda algo de exuberante debería haber… Sí, bueno… lo será. Lo que a mí más me asombra es que TODOS, TODOS son hombres de raza negra vestidos con traje negro y camisa blanca. Además, son altos, muy altos y con cara de Mr. T del Equipo A.


¿No os cuesta ver a Mr. T con traje negro (y pelo rapado) de “puerta” en Bershka? Fuerte, ¿verdad?. Yo cada tienda que piso, miro al “puerta” y pienso ¿por qué?, ¿por qué el perfil lo ponen tan difícil? ¿por qué no puedo ser yo puerta? (son de estas cosas que nunca te planteas, pero que al verlo tan difícil y tan poco adecuado a ti, te apetece hacerlo, al menos 21 días).


Después de auto-contestarme a todas mis auto-preguntas con un calmante: “Mr. T impone más que cualquier otro  como yo” , me viene otra pregunta ¿por qué hay puertas en las tiendas?


En España, como mucho, está el típico guardia aburrido con la boca abierta de sueño y los ojos puestos en los escotes de las señoras que van y vienen con bolsas. Y, como mucho! Mucho!


Será que aquí vende tener puerta.

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