Dar vueltas y no marearse

Pocos días son los que puedo dormir sin que me levante mi reloj biológico... Hoy no he podido vencerlo y me he levantado pese a resistirme y haber dado vueltas y vueltas en la cama.

Mi post de hoy va del tráfico italiano. Un tráfico peculiar pero no tan exagerado como se cuenta (creo que después de haber visitado Marruecos mi modo de captar el peligro en el tráfico ha cambiado). Los italianos conducen. No añado un adjetivo a eso porque, como en España, unos conducen bien y otros conducen. Pero a mi que conduzcan bien o mal no me importa y no pienso explicarlo (creo que podéis acceder a mil artículos a mano de google).



Yo quiero hablar de GLORIETAS (de ahí mi título "dar vueltas"). ¡Las rotondas en Milán no existen! Todo es un cruce de calles que pilla de sorpresa al peatón porque está lleno de semáforos y es díficil identificar de donde vendrán los coches. Porque, no os engaño, aunque tu semáforo esté en verde, los coches vienen (y no precisamente porque conduzcan mal sino porque no tienen un semáforo en rojo, incluso lo pueden tener en verde).

Por esto creo que es díficil que un semáforo de peatones esté en verde; normalmente, está en color ambar. Cuando me vienen visitas y ven el semáforo en ambar se paran pensando que es como en España que cuano se pone en ambar dura 3 segundos y al rojo. Pero aqui no, aqui lo que dura 3 segundos es el verde que aparece y desaparece.

Las glorietas en la ciudad, en mi opinión, son  una necesidad ciudadana. Éstas facilitarían la circulación del tráfico y disminuiría el miedo de los ciudadanos (aunque hay algunos que tela... ¡¡tela marinera!!).






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