Mi España no está en sus mejores momentos ni económicos, ni
sociales, ni políticos. Pero sí en pleno esplendor deportivo. Parece que es la
única cosa que alegra a la sociedad, ver cómo su país, al menos, es bueno en
algo. Nadal gana.
Antes de ayer, el partido se llamaba España-Italia y aunque
ha sido famoso porque el señor Rajoy asistía porque todo está ya solucionado
con un rescate de 100.000 millones de euros (haced cuentas 100.000 millones de
rescate/40 millones habitantes =2.500 euros por cabeza), el partido fue un
evento inicial muy esperado.
España no ganó, empató pero tuvo entretenidos a esos 40
millones de ciudadanos tristes durante 90 minutos de casi felicidad (que le
vamos a hacer… empatamos).
Y aquí estaba yo en Italia con cuatro españoles más viendo
el partido en un bar, mientras que mi hermano me escribía whatsaps cuestionando
con qué país iba. Es obvio, que eso se lleva en la sangre y estemos donde
estemos, emigremos a donde emigremos, seremos españoles de arriba abajo.
Es una reflexión de raíces.
Necesitamos de estos momentos de fútbol, de tenis y de
fórmula uno para saborear a distancia la riqueza de nuestra cultura española.
Feliz Eurocopa a todos!